CAMPEONES

Por Fernando A. Galaz

 

30 de Enero de 1957

¿Se jugaba mejor pelota ayer que hoy?; Usted juzgue por lo que le voy a relatar. La novena local, con excepción del gran pitcher Gilroy, no cobraba sueldo  y se componía de empleados, artesanos y obreros. El manejador era el señor Harry Smith, SubGerente del Banco de Sonora y la publicidad estaba a cargo de Don Espergencio Montijo y de Facundo Bernal, gran prosista, mejor humorista y excelente poeta que todavía, Gracias a Dios, nos deleita con sus sinceras y bellas composiciones. La afición no era tan brava como la de hoy, pero sí creo más entusiasta, tan es así, que en una ocasión llegó de Guaymas expresamente a ver la pelota un tren con quince carros, con más de setecientos excursionistas de aquel peurto y de La Colorada; en otra ocasión se trajo en tren especial desde Los Angeles California, a otro gran pitcher: Barnett.

 

A las once de la mañana del 22 de noviembre de 1908, en maciza carreta tirada por el fuerte retinto frontino (Tony Mar), Don Guillermo Jiménez, Doña Chata y Tila Mar, se encaminaron al Parque Madero donde la novena local competiría con los campeones del norte de Estados Unidos. Doña Chata, al fin mujer, llevaba la palabra: “Mira Tila, este es el orden al palo por Cananea: Dugan (segunda), Whalmg(primera), C. Arnold(catcher), Pheriman (jardín derecho), Rainhardt (chorestop), Wacey (tercera), Whaling (jardín central), Horn (jardín izquierdo) y Cook (pitcher). Por NOSOTROS, ¡Fíjate...tú sabes que no moneo!: Mac Mahon (segunda), Raymond (chorestop), Waters (cátcher), Dewyer (tercera), Gilroy (pitcher), Tonela (Primera), Acosta (fólder izquierdo), Bernal (fólder central), Bustamante (filder derecho). ¡Nada Tila… como quien dice… huevo con boca llena”. Don Guillermo interrumpió: “Pero vieja, dice el bolillo que vienen gtres jonroneros además de ese pitcher Cook, le apesta para tirar el “drop” y el “spickbol”. La señora le atajó: “¿y qué?; Gilroy se los va a comer como a chinos con ‘la que no da vuelta’, ‘la que sube’, ‘la que baja’ y con la ‘cola de chango’. En eso estaban cuando llegaron al taste; le dieron al portero, a parte del boleto, unos lonches de tortillas de manteca con requesón, un pedazo de queso de puerco, unas panochas con cacahuate y se internaron llenos de júbilo al campo. Era un pequeño campo compuesto de unas graderías con cupo para unos mil espectadores y por los lados se acomodaban los de sol sirviéndole de límite unos cercos con alambres de púas, pero la vista era hermosa, por el lado se corrían tupidos y grandes carrizales, al fondo infinidad de añejos naranjos, por el norte centenares de guayabos y en el ángulo oriente, como centinelas celosos de su campos, tres largos y majestuosos datileros que en el verde eterno de sus penachos atesoraban el oro de sus frutos.

 

Ante más de tres mil espectadores, a las dos en punto el ampayer Gustavo Armendáriz se colocó detrás del pitcher Gilroy y cantó “Play ball”. Entró a batear Cananea y el primero en el orden, Dugan, segunda base, al primer disparo de Gilroy lo devolvió de hit, pero la cosa no pasó a mayores; a los siguientes dos bateadores los ponchó y puso el tercero con un elevado de Pheriman. Gilroy colocó cuatro aplastados ceros seguidos pero en el quinto, con uno de tres bases del cátcher Arnoldo le hicieron dos entradas y en el séptimo una más. Hermosillo hasta ahí. Cook, el pitcher de los campeones le había colocado siete grandes y chatos ceros; vino el octavo para Hermosillo y ante la locura colectiva de los espectadores, hizo cuatro entradas. Se abre el último para Cananea; Whaling da su segundo hit; Horn, el jardinero y Cook el pitcher toman pases por regalos; caja llena sin out y vienen los mejores bateadores. El triunfo está en el chaleco de Cananea. Ante una congoja general que se siente en el espacio, entra Dugan, truna el bateo como deben haber tronado tres mil corazones con el rodado con lumbre que a mano pelada ataja el primera base Tonella y cae el primer out en jom. Tres bolas malas seguidas para B. Whaling; una más y puede entrar como a su casa la del empate y quedar todavía tres en bases… un straik, dos straik; falta una tirada… ¿cuál será?... ¡Que cruel… pero que hermoso es el beisbol!... Levanta hasta la cabeza Gilroy el pié, pero un espectador gratuito que está con otros en uno de los datileros no soporta la emoción y cae hasta abajo como chango viejo… Straik.. grita Armendáriz; segundo out. Tres en base y viene nada menos que Arnold al bat, que antes había dado uno de tres bases. Al llegar al plato, quien sabe que le dice en inglés a Gilroy, pero por el tono y su ademán se comprende que es un desafío… una burla… algo así como ¡Aquí cerró los ojos Cleta!; se enfurece Gilroy y con burlesco tono paternal le contesta: “yes babyyes baby”. Se revienta la presa y el campo se inunda de puros “dioquisnar”; todos están en pié, estrujándose las manos, tragando gordo, Doña Chata tiene prendido de los cabellos a Don Guillermo, pero éste no siente nada, se está comiendo una naranja con todo y cáscara… Gilroy ve a sus compañeros, a los hombres en base, al público, clava sus miradas lanza un metrallazo… straik… en el bateador y con furia en cuanto recibe de vuelta la pelota rápido lanza otro chicotazo que termina con la “cola de chango”…straik…. Dos straik que ha visto pasar sin tirarle Arnoldo… Coge la pelota Gilroy, en sus labios se dibuja tenua sonrisa irónica; el bateador está pálido de rabia y en cuanto se acomoda en el plato ve pasar sin tirarle la que no da vuelta (lenta)… Essstttrrraaaiiikkkk…out… Hermosillo era Campeón. En ese exacto momento el campo se volvió un manicomio, gritos, abrazos, aplausos, lágrimas y dominando el ambiente salió del amplio pecho de Jesús Siqueiros un grito ensordecedor ¡Viva El Mariachi que también es pueblo!... Se acabó el fósforo… hasta la otra si Dios quiere.