-font-weight: normal'>DESEO HIPÓCRITA

Por Fernando A. Galaz

 

Enero 10 de 1957

De la elegante cantina “Jockey Club” situada en Hidalgo y Comercio y dirigida por el mejor cantinero de la época, Manuel “Chango” Palafox, esa mañana del 20 de abril de 1912 salió la simpática y popular borrachita “La Benigna” cantando alegremente: No pierdo el paso, ni tampoco la estación; ya me salió un callo, abajo del pulmón”; cuando ahí en la esquina se encontró con el Teniente Coronel Alvaro Obregón; lo paró, se le quedó mirando y entusiasmada le dijo: ¡Que bien dado… así me los recetó el doctor!; ¡Eres buen mozo desde los callos hasta los cabellos!, y Obregón, con la jovialidad y buen humor que siempre le acompañó le contestó: ¡señora, ante vuestra soberana hermosura yo me descubro! (La Benigna tenía más de cincuenta años y era más fea que yo). Sacó un “escudito” (moneda de oro de dos cincuenta) y se la tendió, pero la borrachita los rechazó con dignidad: “¡Tómalo chula… es para que tomes a mi salud!”; –“Bueno, así ya cambia la cosa buen mozo”, y feliz siguió su alucinante camino.

 

Obregón, atendiendo el llamado del Gobernador Maytorena, se había presentado con 300 hombres en su mayoría Mayos y el señor Eugenio Gayou, Jefe de la Sección de Guerra del Gobierno, le había extendido el nombramiento de Teniente Coronel, Jefe del Cuarto Batallón Irregular de Sonora, compuesto con la gente que había presentado que en esos días estaba sujeta a rigurosa preparación en Villa de Seris, dirigida personalmente por el enérgico Capitán Eugenio Martínez.

 

José Inés Salazar, Antonio Rojas y Emilio Campa, aguerridos cabecillas Orozquistas habían invadido al Estado posesionándose de algunos pequeños pueblos del norte, y amenazando avanzar a plazas de mayor importancia.

El Gobierno concentró algunos contingentes militares en Agua Prieta y el 02 de Junio de 1912 partió Obregón con su gente, llegando al Puerto fronterizo el 08 del mismo mes, donde ya se encontraba el General Lucio Blanco, y unos días después, fue designado el General Sanginés Jefe de la Columna y el Teniente Coronel Obregón, Comandante de la Infantería Montada y Jefe nato del Cuarto Batallón que había formado.

 

En los primeros días de Julio salió la columna y al pasar por Colonia Morelos, se le incorporó al Mayor Salvador Alvarado con 150 hombres. El 10 de Julio acamparon en Colonia Oaxaca; en este lugar permanecieron algunos días y luego marcharon por el Cañón del Púlpito, siguieron y acamparon en el Rancho “Las Varas” y el 26 de Julio la columna con su Cuartel General se estacionó en la Hacienda “Ojitos”, y como el servicio de espionaje compuesto en su mayoría por vaqueros de la región había informado que los Orozquistas avanzaban sobre ese rumbo, se ordenó se hiciera un frente de zanajas, orden que fue revocada a sugestión de Obregón quien ideó que en vez de zanjas se circundara la hacienda de loberas.

 

La madrugada del 31 de Julio de 1912, el enemigo inició el combate con fuerte fuego de artillería, cesaron los truenos y en seguida una columna de caballería atacó con ímpetus de demonios furiosos y atrás de la caballería apareció la infantería. Cuando iniciaban la retirada los infantes, Obregón, aprovechando un momento de vacilación del enemigo, simuló un ataque de frente, desplegó la caballería por los flancos, la que con alaridos y furia de dementes hizo huir al enemigo dejando en el campo municiones, heridos y tres cañones que meses antes los orozquistas en Rellano, Chihuahua, le habían quitado a los Generales Téllez y Rábago.

 

En esos meses de 1912, la figura militar que más brillaba era la del General Victoriano Huerta, por las derrotas que le había inflingido a Pascual Orozco en Bachimba y en Reliano, lugar este último en que el 12 de marzo de ese mismo año, Orozco con sus tropas había derrotado en toda la línea a las poderosas columnas del General José González Salas. El General, pundoroso militar, abatido moralmente por su derrota se levantó la tapa de los sesos a bordo de su tren el 13 de marzo de 1912.

 

El 31 de Agosto, Obregón se encontraba en Sabinal, Chihuahua, y el General Sanguinés le dijo que al día siguiente pasaría el General Huerta y tendrían que hacerle los honores de ordenanza. En efecto, al siguiente día llegó Huerta; Sanginés le fue presentado a los Jefes y al hacerlo con Obregón, le dijo: “General, me agrada presentar a usted al Teniente Coronel Alvaro Obregón, quien quitó a los orozquistas la artillería en la batalla de “Ojitos”. Huerta le tendió la mano a Obregón diciéndole: “Ojalá que este Jefe sea una promesa para la Patria”. ¿Deseo sincero? ¿hipócrita?. Hipócrita sí, porque el hombre lo era en todos sus actos y unos meses después, aquel deseo hipócrita se transformaba en hermosa realidad, cuando el propio Obregón salvando a la Patria del oprobio hizo huir vergonzosamente al extranjero, al asesino, tartufo y borrachiento General Victoriano Huerta. Meses después de esto, en julio de 1913, de la cantina “El Puerto Arturo” en la calle Tampico (hoy Obregón) y Emilio Vázquez Gómez (hoy Garmendia), la Benigna, apretando entre sus rugosas manos la monedita de oro que le había dado Obregón, salía cantando …. ¡Yajajay… que tolongas, tolongas, tolongas!; se acabó el fósforo, hasta la otra si Dios quiere.