REVOLTIJO No.4

Por Fernando A. Galaz

 

10 de Noviembre de 1956

Las casas marcadas con los números 50 y 51 de la Calle Mina acaban de ser derribadas para nuevas construcciones. En estas propiedades hasta colindar con la calle Bavispe y Alvarez, en 1912 se construyó la Empacadora de Sonora, de la propiedad de Don Felizardo Verdugo que se encargaba del sacrificio de ganado y venta de carne, fábrica de hielo y confecciones de carnes frías. Tenía un rastro particular en el Guayparín. Con veinte centavos de aquella salchicha -¡qué salchicha!- cenaba una familia.

 

En diciembre de 1915 por primera vez en la historia de Hermosillo el Coronel Jesús M. Garza como conductor, acompañado de ese monumento de belleza Laurita Muñoz, en un auto “Mercedes” llegó con miles de sacrificios hasta la cima del Cerro de la Campana pero no pudo bajar; después, hasta 1939 Manuel Valle en unión con Ramón Sánchez y Epitacio Hernández, en un Pick Up Chevrolet subió hasta lo más alto del cerro y bajó usando como maneas a los acompañantes y piedras. Que magnífico y práctico proyecto tiene desde hace tiempo el señor Máximo Othón, para hacer de este famoso Cerro un magnífico paseo descongestionando al mismo tiempo el tráfico central; pero ahí se queda… bueno señor Presidente, ¿Qué no se podría cuando menos remozar el paseo “El Caracol” y ponerlo en movimiento?.

 

Juanito B. Camou, viejo pilar de la buena sociedad hermosillense, en 1912, rifle en mano, salía a cazar liebres, jinetear burros y hacer travesuras a “La Maquinita”, hoy plaza 16 de Septiembre, y al “Vapor”, hoy Hospital del Estado.

 

En 1912, el monumento que se encontraba en el Paseo El Centenario le cayó un rayo.

 

El invierno de 1918 sufrió Hermosillo una epidemia conocida por “Influencia Española”, “los fríos”, o “el abrazo de Carranza”; fue combatida a base de mezcal con canela (¿suave o , Gallito Gallardo?), y cocimientos preparados por el herbolario de Don José L. Chon y repartidos casa por casa de los barrios por el señor Presidente Municipal Don Ignacio L. Romero. Ese mismo año, una partida de Yaquis asaltó a dos comercios de chinos en Las Pilas y unos días después hizo lo mismo en El Ranchito.

 

En 1912 fue Prefecto del Distrito el señor Dionisio Lacarra; en el año de 1911 el H. Ayuntamiento de Hermosillo estaba integrado por los siguientes regidores: Ramón P. Denegri, Herminio Ahumada, Guillermo P. Carpena, Vicente Contreras M., Ignacio L. Romero, Ricardo Díaz, Ing. Tomás Fragoso, y Arturo Terán.

 

Se dan las gracias al compañero y amigo Ramón H. Olivarría por el “patín del diablo” que nos obsequió para que no recorriéramos a pié el trayecto de la casa a la oficina.

 

Aquella negra noche de noviembre de 1935, varios amigos bromeaban con respecto a la corta estatura del viejo amigo J. Guillermo Orozco y Girón, quien por si usted no lo sabe mide 1.58metros sin lavarse los pies. Orozco sonriendo, defendiéndose, los dejó turulatos cuando como epílogo de su defensa les espetó los siguientes versos: “Negra la noche, verde el perico, los hombres grandes pueden ser chicos”.

 

El oscilante movimiento de la juvenil belleza y poderosa simpatía de Elsa Granillo Noriega, activa Secretaria de Refugio Bernal (“Cucón el Telefonema”), también nos deja turulatos.

 

Por la atención, dirección y servicio que imprime la Terminal de Transportes Norte de Sonora, de la cual es Ejecutivo Local el señor Don José Molina, viejo luchador sonorense de limpia ejecutoria, se hacen entre el público buenos comentarios; nosotros lo consideramos merecido. Pero se acabó el fósforo; hasta la otra si Dios lo permite.