LOS PRIMEROS AÑOS DE LA SECUNDARIA DE LA UNISON.

Por el Profesor Aureliano Corral Delgado

 

Abril de 1989

La Universidad de Sonora fue inaugurada oficialmente el 12 de octubre de 1942, por el entonces Gobernador del Estado General Anselmo Macías Valenzuela. Fueron sus iniciadores y fundadores los licenciados Herminio Ahumada, Francisco Duarte Porchas y Gilberto Suárez Arvizu. El primer Rector (organizador y director técnico) fue el competentísimo y pulcro maestro don Aureliano Esquivel Casas, Secretario General el doctor Jacinto Jiménez, quien después fue sustituido por el ameritado educador Rosalío Enrique (Chalío) Moreno Saavedra, Presidente del Comité Administrativo de la Universidad el doctor don Domingo Olivares R, Jefe de la Oficina Administrativa y Pagaduría don Carlos  S. Lafontaine.

 

La Escuela Secundaria ocupó originalmente el pequeño inmueble ubicado a la derecha del edificio principal, siendo su primer Director el maestro Ernesto Salazar Girón. Fungía como Secretario el profesor Amadeo Hernández Coronado, y como profesores de tiempo completo (designados en diferentes fechas), Luis A. Peterson, Adalberto Sotelo, Luis López Alvarez, Rafael Víctor Meneses y Aureliano Corral Delgado.  En la oficina trabajaban como secretarias Laurita Fuentes Frías, Conchita Becerra y Rosita Valenzuela.  Eran conserjes don Pedrito López Vera, el “Chinchas” y el “Perico” (no los recuerdo por sus nombres). El primer director de la banda de música fue el mayor J. Estrello, quien al siguiente año abandonó la ciudad y fue reemplazado por el mayor Isauro Sánchez Pérez (en esta banda recuerdo que tocaban algunos buenos muchachos como Moisés Canale, Pedro Vega, Héctor Rodríguez Espinoza, Ivón Méndez, el Chino Medina, los Hermanos Curiel y otros).

 

Impartieron materias durante los primero años de la secundaria prestigiados maestros y profesionistas como el licenciado Enrique E. Michel, licenciado Manuel Gándara, don Lauro B. Quiroz, el doctor Hugo Pennock Bravo, profesor Carlos Espinoza Muñoz, profesor Enrique García Sánchez, profesoras Eva Dolores Loaiza, Luz Martinón Pujol, y la Miss Acuña, José Sosa Chávez  y después doña Emiliana de Zubeldía, el licenciado Miguel Ríos Gómez, el doctor Carlos B. Michel, el profesor Gonzalo Díaz Karey, Doctor A. Hurtado, profesoras María Peterson y Amparo Leyva, licenciado Arnoldo Palacios Mendoza y profesor Francisco Castillo Blanco.

 

Entre la “muchachada” guardo gratísimos recuerdos de muchos de ellos y ellas que han llegado a la  culminación de sus anhelos desempeñando cargos oficiales en las actividades socio económicas de la Entidad. Calculando que pasaron por mis clases aproximadamente diez mil jóvenes de ambos sexos durante los 35 ininterrumpidos que serví a la Universidad, especialmente en la escuela secundaria.

 

En tantos años y con el crecido número de alumnos es difícil recordar fechas y hechos con la precisión que yo quisiera, y sólo me referiré  - someramente a algunos de ellos. Veo por ejemplo a aquellos “chamaquitos” de primero como Guatimoc Iberri, José Velarde, Antonio Silva, Carlos Gámez Fimbres, Roberto Fonllem, Enrique Cifuentes, Porfirio Estrada Arras, Víctor Galindo Sánchez, Benjamín Contreras, Raúl Loustunau, Francisco Vizcaíno Murray y otros formados alegres grupos en juego y deportes. Más allá a otros más “grandecitos” (relativamente) como Gustavo Hodgers, el “CochibetoHealy con su gran amigo Enrique Gómez Torres,  Casillas, Durán Santelíz, Alberto Rubio, Abraham Katase, Diego Monteverde, el Cuyito Burgos, Oscar (ciego) López Vucovich, el siempre atento y circunspecto Moisés Canale, a Rafael García Maheda, Arcadio Valenzuela, Memo Moreno (con su camarita), a las simpáticas Tulita Tapia, “Tichiquena” Montijo, Aída Isibasi y Carmelita Buelna; a la seria y amable “cerebrito” Josefina Ochoa Ruiz. Por  aquí jugando recobijadamente a Juan Antonio Rubial, Gloria de la Fuente y Tere López Moctezuma, ¡invalídate! por allá a los serios y aplicados jóvenes Delfín Rubial, Genaro Encinas Ezrré, Alfredo Arellano, Mario Padilla Chacón, y Alberto Monteverde Alatorre; a los traviesos pero inteligentes muchachos Rubén Gutiérrez, Francisco (Botas) Mendoza, Horacio Rubio, Jorge Estrada, Carlos Peralta Dávila, Virgilio Ríos, Carlos Baranzini, Claudio Solórzano, Arturo Ortega, Manuelito Cubillas, Alberto Gaxiola, Francisco Keith, a las simpáticas Emma Orel, Guadalupe Gómez y Beatriz Ortiz Loustaunau

 

Los Presidentes de la Sociedad de Alumnos que más sobresalieron por su brillante labor fueron Mario Padilla Chacón, Alfonso Romero Huerta y Francisco Arvayo Arellano. Nuestra escuela dio tres hermosas reinas de la Universidad, a saber: Elizabeth Maldonado, Martha Licona y Aída Mendoza. En mi larga  estancia en la Secundaria recuerdo  con admiración a aquellos alumnos y alumnas que se destacaron por su aplicación, aprovechamiento e Inteligencia, semejantes a  luminosos “cerebritos” que irradian fulgurantes rayitos de inspiración. Ahorita vienen a  mi memoria algunos de ellos y ellas (no todos ni todas), como Josefina Ochoa Ruíz (hoy Ingeniero Civil), Julieta González (hija de don Israel), Mercedes Ocaña (hermana de Samuel), Armida Robles (hermana de Calolo), Lorenia López del Castillo (Jefa de sección en “El Imparcial”), Emma Orel (excelente maestra de asuntos contables), Laura y Bruna Loredana Galli Osti (virtuosas amas de casa), Aída Isibasi (factor directriz de la misión Papanicolau), Lupita Ávila (hoy señora de Gaona), Moisés Canale y Felipe Ceceña (eminentes cardiólogos)  Rafael García Maheda (brillante Contador Público), Carlos Gámez Fimbres (Notario Público), Delfín Rubial (Ingeniero Químico), Claudio Solórzano (comerciante guaymense), Virgilio Ríos Aguilera y Virgilio López Soto (notable Ingeniero). Hay otros más, pero ahorita no los capta mi memoria infiel.

 

Los secundarianos de mi barrio (Garmendia y Morelia) eran muchachos muy unidos (afables y estudiosos), formaban un club particular que llamaban “La Cueva” donde realizaban bailes y culturales muy animados. Pertenecían a este singular club, José Rodrigo y “El Gato”, Elizalde, el “Tonina Elías”, mi hijo Heriberto “el Pachi y “el Nacli” Otero Carrillo, Alfonso y Alfredo Carrillo Dávila. Al correr del tiempo “La Cueva” desapareció quedando solo recuerdos.

 

En cierta ocasión estaba la profesora Matilde Fontes impartiendo su clase de Dibujo en el primer año “B”, cuando entró al salón una alumna nueva. La maestra Matilde le señaló un lugar y luego le preguntó su nombre.  Me llamo Esmerenciana López dijo la alumna, ¿Esmeren qué?… dijo azorada la maestra; “Esmerenciana”, replicó la aludida. Por poco le da un patatús  a doña Matilde, que sólo se concretó a decir ¡Que nombres  ponen ahora.

 

Estaban en la clase de Química los alumnos del 1er Año “B”; delante de Emma Orci se sentaban Rafael Félix Salazar y Lupita Ávila. El asiento detrás de Emma lo ocupaba Moisés Canale. El profesor de la materia iba citando alumnos para que dieran la clase.  Todo marchaba bien, hasta que le toco el turno a Emma; ella procedió a levantarse pero no pudo hacerlo porque Moisés le había atado el cinto del vestido en el respaldo de la silla. Risa general del grupo; ligera turbación de Emma... todo pasó; al final de la clase se disculpó amable y cortésmente. Punto.  Emma es ahora maestra muy competente en el ramo de contabilidad y Moisés un cardiólogo de indiscutible capacidad.

 

Por mis clases pasaron muchas veces todos o casi todos los hijos de respetables familias.  Tenemos por ejemplo, los serios, inteligentes y aplicados  Delfín Amaya (Francisco, Anselmo, Aurelio y Héctor los excelentes alumnos  Yeomans (Mario, Pedro, Rubén, Zita y una etcétera de dos renglones). Los Carrillo magníficos muchachos como José Rodrigo y Miguel Elizalde Carrillo, Pachi y Sergio Otero Carrillo, Alfonso, Alfredo y Fernando Carrillo Dávila.