“UN PRESIDENTE VERDUGO”

Por Ramón F. Zamora

 

En octubre de 1870 era Jefe de Policía un señor de nombre Tranquilino Cuén y en esos días tuvo conocimiento el Regidor de Policía, Juan M. Castillo, que el tal Tranquilino se había atragantado $3.00 pesos de los haberes de unos serenos. Puso el caso en conocimiento del Ayuntamiento y éste nombró una comisión investigadora  que rindió un dictamen en el sentido de que el comandante “no había cometido tal hurto, sino de falta de cuidado al no entregar oportunamente ese dinero. Castillo no estuvo conforme y como supuso una represalia de Cuen de ser acusado  a su vez por calumnia, pidió copia certificada del dictamen y del acta, para “su resguardo”, cuya solicitud dio margen a todo un día de discusión del Cabildo, negando el Ayuntamiento el darle copia de lo actuado y dando motivo esto para que el Presidente Ignacio Buelna dijera lo siguiente: “Yo creo que nunca podrá el acusado Cuén  repercutir contra el C. Castillo porque éste ha obrado en la órbita de sus deberes y facultades. En el mismo caso estoy yo, que en cumplimiento de mi deber, no solo haré de acusador, sino de verdugo, al ejecutar acuerdos del Ayuntamiento esté o nó conforme con ellos, y por lo mismo, el señor Castillo debe tranquilizarse completamente.