HEROE OLVIDADO DEL 3 DE NOVIEMBRE DE 1903
Cuando se mencionan a los
héroes de la independencia de 1903, surge en primer plano el nombre de Amador
Guerrero, por su destacada acción en el complot separatista. Sin embargo, la
figura de José Agustín Arango, la respetable persona a quien todos llamaban El
Maestro, tiene luz propia desde que inició sus actividades revolucionarias en
julio de 1903, en la primera reunión que se llevó a cabo en una finca en las
afueras de la ciudad de Panamá. También estuvieron presentes Carlos C.
Arosemena y el norteamericano Herbert Prescott, como los primeros pilares en
esta lucha.
Posteriormente
y en el devenir de los acontecimientos revolucionarios, le tocó a Arango,
sentar cátedra de gran desprendimiento personal, al no aceptar ser el primer
presidente de la nueva república, cediéndole ese alto honor al Dr. Amador
Guerrero. Arango, Arosemena y después Amador, se convierten en el centro de
todos los contactos y movimientos. Federico Boyd se une más tarde y el grupo va
creciendo en apoyo y membrecía. Son bien conocidos los significativos servicios
prestados por James R. Shaler, superintendente de la Compañía del Ferrocarril
de Panamá, al negarse a transportar de Colón a Panamá, al recién arribado
batallón Tiradores de Colombia y solo permitirle a los generales José Tobar y
Ramón Amaya hacer el viaje a la ciudad capital.
Sin
esta acción decisiva de Shaler, que separaba a la tropa y oficiales de sus
generales, nunca se hubiera efectuado el movimiento separatista y todos los
involucrados en la revuelta, estarían fusilados o ahorcados. En Colón, por otra
parte, Porfirio Meléndez y Orondastes Martínez, tuvieron destacadísima acción
en los álgidos momentos que se vivieron para disuadir al Coronel Eladio Torres y
a su tropa del Tiradores de no originar una guerra con los marinos americanos
del Nashville y Dixie. En los días siguientes arribarían al puerto de Colón el
Mayflower y el Praire, mientras en el Pacífico aparecerían en la bahía las
proas del Concord y Wyoming.
Todos
los hechos anteriores, irrefutables como lo son y verificados por múltiples
historiadores, igualmente indican que en la tarde del 3 de noviembre de 1903,
un pelotón al mando del Capitán Marco Antonio Salazar, tomó prisioneros a los
generales Tobar y Amaya. Muy poco se conoce, no obstante, sobre el sargento
primero Manuel Samaniego, de la sexta compañía del Batallón Colombia, ni de su
valerosa acción en el arresto de los mencionados generales. Es el propio
general Esteban Huertas, quien años más tarde, (septiembre de 1922 )publica una
hoja que se denomina "Habla el general Huertas" donde dice "que
esos honores (apresamiento de los generales colombianos), le correspondían en
mayor parte al sargento primero Manuel Samaniego, quien fue el Hombre Confidencial".
El
capitán Salazar, en esa misma fecha ripostó a la declaración anterior y reiteró
lo que siempre ha presentado la historia y reclamando esos honores como
propios.
Para entender esta
controversia, es necesario colocarse en la situación misma de ese atardecer del
3 de noviembre, en la ciudad de Panamá. Mientras que los generales colombianos
y Huertas conferenciaban en las barracas del batallón Colombia en el cuartel de
las Bóvedas, una gran muchedumbre empezaba a reunirse en Plaza Catedral y
marchaba hacia el cuartel. En esos momentos Huertas se excusa y sale del grupo
para ordenar a un pelotón que arreste a los jefes colombianos.
Desde
este momento no había marcha atrás en la conjura de los revolucionarios. Había
que proceder con la mayor celeridad. Lo más lógico es suponer que iría un alto
oficial (capitán) al mando del grupo y quien diera las ordenes: "
Generales, ustedes son mis prisioneros". Tobar, al tratar de escapar fue
rápidamente detenido por el sargento Samaniego, enfrentándose bayoneta y rifle
en mano, a su superior jerárquico y frenarlo en el intento de fuga.
Decididamente que esta actitud de gran valentía y coraje, en ese preciso
instante, donde un subordinado se atrevía a detener a uno de los militares de
más alto rango, fue un momento determinante en la historia de la consumación
separatista de Colombia. Samaniego y Salazar, en esos momentos de alta
emotividad y tensión, mantuvieron una gran fidelidad y secreto a las órdenes
del general Huertas.
El
acto del capitán Salazar no se intenta desmeritar en este artículo, pues se
encuentra bien demarcado y claro en los límites de la historia republicana, sin
embargo, el rol que tuvo como protagonista al sargento Samaniego, no ha tenido
la misma suerte y su aporte no ha recibido el reconocimiento que se merece.
En
la enseñanza de la historia patria, que ha sido algo olvidada en estos tiempos,
es probable que no se conozcan los detalles de esos momentos que inclinaron la
balanza hacia el exitoso final del movimiento independentista del 3 de
noviembre. Es necesario que se analizan todas las perspectivas que entraron en
juego durante esos importantes días, para lograr formarse una idea real de las
actitudes de los hombres que fueron factores decisivos en la formación de la
patria. Es de mucha honradez, llegar a comprender todos los factores que se
movieron y en cuales direcciones iban dirigidos, para entonces penetrar en un
análisis serio y desapasionado de la circunstancias que rodearon a cada uno de
sus participantes. A algunos personajes, la historia les ha reconocido su
mérito y contribución en forma completa, otros en cambio, han sido relegados en
tal agradecimiento. Cabe destacar y de la misma manera traer en el recuerdo al
sargento primero Manuel Samaniego y su valerosa participación en el arresto de
los generales Tobar y Amaya, ese atardecer del 3 de noviembre de 1903.